Jaume se ha metido en la cocina. Espero que no volemos por los aires.
La soledad hace presa en mí. Necesito otra copa o voy a empezar a pensar en Ella. Al meter la mano en la cubitera coincido con una chica (morena, 1,65 m, vestida de negro, pálida como un claro de luna) que, por lo que se ve, acaba de llegar y está sola. No debe haber oído cómo el mamón de Jaume torpedeaba mi nave aún antes de salir de puerto, así que el león puede salir de caza otra vez.
-Hola, ¿qué tal? Me llamo Gabriel ¿y tú? -Ya sé que es un comienzo soso pero no se me ocurre otra cosa, la falta de costumbre, comprendedme.
-Hola, soy Elisa. Vivo en el piso de abajo y estaba intentando estudiar pero, como estáis aquí ciento y la madre, no hay manera. He venido a avisaros de que, o hacéis menos ruido, o llamo a la policía, pero parece que nadie se hace cargo de la fiesta. No doy ni con Basilio ni con Ana y he decidido tomarme algo y esperar a ver si los veo -me espeta así, a boca de jarro. No parece muy receptiva, pero es tan mona...
En ese mismo instante se oye un ruido fuerte en la cocina, algo se ha roto.
-¡CABRÓN, FUERA DE MI CASA! ¡PÍRATE ANTES DE QUE TE ABRA LA CABEZA, HIJO DE PUTA!
Jaume sale despavorido de la cocina, coge su abrigo de la percha de la entrada y grita: "¡Os veo abajo! Nos vamos al centro, esto es una mierda para esnobs".
Beltrán lo mira y se hace el sueco. Parece que ha ligado, probablemente la cague en una hora o dos, pero por ahora le van bien las cosas.
Continuará...
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¡¡Ayúdame, coño!!